Pasé momentos duros cuando cambié de país

¿Qué puedes saber de la vida a las 22 años? ¿Lo suficiente para enfrentarla por tu cuenta? Dicen que uno muere, reencarna y vive de nuevo, pero, ¿Cómo es que los 22 años ya estás viviendo tu segunda? ¿O quizás la tercera vida? ... cuarta para otros. Recordemos que esta es la edad de la independencia y la emancipación. El formar una vida. La que siempre quisiste.

Esta es mi batalla

Hoy les quiero hablar de cómo ha sido mi experiencia desde que salí de mí país por razones que obviamente invocan los instintos de supervivencia. Pues como saben, se trata de un país en crisis. No lo nombraré porque aunque viví mis mejores memorias allí, en este momento no representan el orgullo que sentí alguna vez por esta tierra. Ahora siento que se desvanece y con ella me desvanezco lentamente por partes hasta el punto de empezar a sentirme un apátrida expatriado.

Considero que me gradúe a muy temprana edad, exactamente a mis 22 años, 3 meses, y 20 días. Conseguí empleo al mes de graduarme y poco tiempo después me cambié a otro con el que culminé mi carrera laboral y sellé mi pasaporte de salida a Panamá.

Lo que sabía hasta este momento es que todas las personas son buenas.




Recién llegado, tu instinto es natural, no hay que ser detective, necesitas comer y para esto, pues necesitas un trabajo. La cuestión migratoria no pinta tan bien como muchos creen, al fin y al cabo ser emigrante ya es duro de por sí. El paquete implica 2 cosas: recursos económicos limitados y papeles que tardan mucho.

Cometo aquí mi primer e infortunado error y del cuál me avergüenzo hoy en día, mi primera premisa fue "meter papeles (currículum) en todos lados para ver qué trabajito conseguía" pues, como mencioné en un principio: ¿Qué puedes saber de la vida a los 22 24 años? Mas, si sales a otra tierra.

No hubo nada que hacer, el primer error estuvo hecho, conseguí trabajo. ¿Feliz? ¡Claro! ¿Quién no, después de haber encontrado trabajo afuera? Pero bien, ahí estuvo el error, en buscar "de lo que sea" porque bien sabemos el dicho popular: es mejor tener algo que nada. Cosa que es parcialmente cierta pero tiene una pega como dice el coloquio panameño: Buscar trabajo sin tener un objetivo claro en la vida te llevará por sendas oscuras que terminan en un bosque perdido. Esas sendas son las experiencias. Mis experiencias.

No quiero extenderme de más, lo que si les cuento es que en mis primeros 3 trabajos en Panamá tuve jefes que no me aportaron mucho a mi desarrollo profesional. El primero quería que fuera multitasking para que visitara y atendiera a cuatro clientes al mismo tiempo (tuve que aprender solo cómo organizarme), el segundo ni sabía qué tarea asignarme, cosa que me frustró mucho porque debía inventarme cosas que hacer y no estaba seguro si mi jefe quería que las hiciera (sólo, tuve que crear mi propio trabajo); y el tercero lo que hacía era insultarme a mí y al equipo de trabajo, además de demandarme por tomar mis vacaciones reglamentarias después de haberle trabajado por algo más de un año (aprendí a ser fuerte). Por si no fuera poco, pasaron eventos familiares además de un conflicto con unos paisanos que me alquilaron una habitación y me sacaron con un truco muy feo. Tuve que lidiar con situaciones pesadas y nada amigables.

En este momento comprendí y validé que no toda la gente (en el extranjero) es buena. Así sean de tu misma nacionalidad. La gente es gente, buena y mala. El orden y el caos como dice Peterson.

Quizás tenía una expectativa muy alta de otras latitudes y la vida no hizo más que encargarse de darme una lección.

Con la frustración acumulada no hice más que reprimirme y encerrarme hasta un punto en el que pensé que no valía nada. Lloré. La gente me caía mal. El llamado síndrome del impostor se apoderó de mi, me tomó y me golpeó hasta perder la conciencia. Sentía que yo era el que estaba mal, pues todo me salía defectuoso y no cómo quería. Caí en una vorágine de baja autoestima. Quizás la cura era darme cuenta de la desgracia y cambiar de trabajo. Si, en efecto pudo ser así. Pero si cambiaba, entonces no iba a cumplir con los requisitos para poder seguir trabajando legalmente en el país lo que significaba devolverme y fracasar en el sueño migratorio. Hubiera terminado siendo peor.

Hay una cualidad que el montañismo forjó en mi, y es la capacidad de levantarme ante la caída, la adversidad. A que no importa que tan empinada esté la cumbre, si das pasos cortos, eventualmente llegarás a la cima. Esto y el apoyo de mi esposa permitieron seguir mi camino para no rendirme.

Pasaron entonces dos cosas, una mala y una buena: la mala es que estuve sin empleo 6 meses y la buena es que luego una compañía me contrató por 15 días como independiente y me llevó a una isla de Panamá para trabajar arreglando antenas de internet. Esto me sirvió como distracción y me ayudó a despejar la mente.

Bocas del Toro. Arreglando una antena


Al terminar volví con las baterías recargadas, no sin antes pasar otro par de meses sin encontrar trabajo. 

Nunca en mi mente estuvo rendirme. Puse mi empeño y esfuerzo. Pensé "si quiero obtener resultados distintos, debo hacer cosas diferentes". Así que una de las primeras cosas que hice fue modificar mi curriculum con ayuda de Canva. Precisé deshacerme de lo viejo para dar espacio a lo nuevo con un mejor formato presentado en una página. Le puse mucho esfuerzo y cariño, me llené de optimismo, ubiqué mis metas y me enfoqué en lo que quería.

Aproveché los errores del pasado para evitarlos en el presente y así pasó. Mi futuro empezó a despegar.

Sólo aplicando a mejores empresas fue que conseguí que me llamaran. Una compañía lo hizo y pasó quizás una semana antes de recibir la noticia definitiva de haber quedado. ¿Qué hubo de diferente esta vez? ¡Esta vez si estaba feliz! Verdaderamente! cómo cuál niño que corre a casa a jugar nintendo, o cual oso rascándose la espalda contra la corteza de un árbol, cómo quien come pescado frito en una playa.

Bien supe que los cambios dieron respuestas, mi renovación surtió efecto. El hecho es que tan sólo bastó este kick en mi vida para volver a recobrar la fuerza de los 22. Todo lo malo de pronto se fue. Las cosas empezaron a subir ¿Los motivos? Se los digo: Mi jefe es de mi nacionalidad y trata a cada uno de sus empleados con respeto, lo que desmitificó el hecho de que no todos los de mi país residentes en Panamá son personas malas. Me ofreció la oportunidad de trabajar aún presentándome a la entrevista con ropa informal (la corta historia es que mi ropa buena se deterioró por la humedad y no tenía recursos para costear una nueva). Es quizás el único jefe que se ha ofrecido a ayudarme cuando me he mudado de casa. Celebró junto con todo el equipo de trabajo mi cumpleaños y me ha invitado a comer ocasionalmente desde el primer día (cosa que jamás nunca había experimentado en cualquier otro trabajo).

Actualmente puedo decir con bastante orgullo que luego de 3 años de malas experiencias he podido alcanzar la estabilidad migratoria que siempre quise. Estos últimos 2 años en este trabajo han renovado mi fé nuevamente en la humanidad y con aún más fuerzas, las ganas de no rendirme. Desde ahora soy una persona más centrada, aprendí nuevas habilidades, aprendí a identificar las personas, a no buscar cualquier trabajo para satisfacer tan sólo la necesidad económica sino la mental.

Todos tenemos historias diferentes, puede que esto para otros no sea lo peor. Puede incluso que esto no represente ni el 1% de lo que es verdaderamente el sufrimiento. Pero en lo que respecta a mi vida, este ha sido el mayor que he tenido.

Lo único que puede ser peor y que aplica para todos es: el rendirse a la primera vez, el subestimarse constantemente, el no querer seguir intentando, a la resignación temprana, el echarle la culpa a los otros o a los factores externos. Todo lo que me tocó aprender a la fuerza.

Puede que estés enfrentando en este momento el peor momento de tu vida, pero verás que si pones un poquito de entusiasmo y cambias las cosas para obtener resultados diferentes, podrás salir de ese espacio que te reprime.

No permitas nunca que unas cuantas malas experiencias anulen todo el potencial que tienes para cambiar tu vida. El cambio toca a tu puerta y lo único que debes hacer es abrirla para darle paso.







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